Semana 8: La vista de tu bebé.

Semana 8: La vista de tu bebé.

En esta etapa tu hijo ya es capaz de distinguir colores. Aprendamos a estimular un sentido que evoluciona y madura muy rápido

La vista es el medio por el cual tu bebé descubre todo el ambiente que lo rodea. Al nacer es el sentido menos maduro, es decir que no está igual de desarrollado que el nuestro. Por esta razón los recién nacidos tienen las siguientes características en cuanto a su visión:

  • No pueden enfocar bien los objetos.
  • Carecen de claridad para ver cosas lejanas.
  • Su agudeza visual es limitada.

Sin embargo, el recién nacido puede percibir cambios en la intensidad de la luz ya que distingue destellos y reflejos. ¡Por ejemplo cuando enciendes la luz de su cuarto que estaba totalmente a oscuras! Además, es capaz de ver objetos en una extensión de 20 a 30 centímetros y probablemente en una escala de blanco, negro y grises. Es, justamente, la distancia que separa su rostro del de su madre cuando lo amamanta o del padre cuando lo hace dormir, por ejemplo. ¡Qué bellas miradas!

Su evolución
El recién nacido también puede fijar puntos de contraste. La vista de tu bebé progresa muy rápidamente, por lo que a los tres meses será capaz de enfocar objetos igual que nosotros, los adultos.
Un mundo a colores
La percepción del color mejora en los primeros meses. Al comienzo no distinguían matices pero a partir de la semana 8, diferencian colores de todos los espectros. Los primeros meses prefiere los colores y tonos fuertes. Elijan juguetes, objetos y móviles que estimulen su vista y llamen su atención a partir de estas características, ¡Prueben con un trozo de tela gris y uno colorado y verán cual le llama la atención!
Sobre el color de sus ojos
Los bebés no suelen conservar el color de ojos que presentan al nacer. A esta altura verán que si tenían ojos claros se han ido oscureciendo un poco. En cambio, los ojos oscuros generalmente mantienen su color.

¿Por qué se presenta la infección vaginal en el embarazo?

Durante los meses de gestación, se producen cambios en el pH vaginal. Por esta razón, los especialistas consideran que es la etapa más vulnerable para la proliferación de bacterias.

Durante los meses de gestación, se producen cambios en el pH de la mujer, por esta razón, los especialistas consideran que es la etapa más vulnerable para la proliferación de bacterias, es decir, de una infección vaginal en el embarazo.

El embarazo representa un período de cambios para toda mujer. Es una etapa en la que todo se modifica. Desde las variaciones más perceptibles como la ansiedad y el aumento de peso hasta alteraciones del organismo poco conocidas, como las infecciones vaginales.

El papel de las hormonas y la infección vaginal en el embarazo

Durante los 9 meses de gestación, el nivel de hormonas femeninas cambia y afecta directamente al pH del área genital. En lo cotidiano, el pH de la zona vulvar es ácido e inferior al de otras partes del cuerpo, y se sitúa en un rango de 3.8 a 4.2, con la finalidad de impedir el crecimiento de bacterias.

Durante el embarazo la futura mamá protagoniza diversos cambios hormonales que comprometen directamente la capa protectora ácida. De esta manera, la variación a un pH mayor a 4.2 puede alterar el equilibrio en detrimento de la flora habitual, lo que deja espacio a la proliferación de gérmenes patógenos. Por esta razón, los 9 meses de gestación representan una de las etapas más vulnerables de la mujer para adquirir infecciones del tracto ginecológico.

Cómo protegerse de una infección vaginal en el embarazo

Es necesario que toda mamá tome cuidados especiales para mantener su zona íntima limpia y protegida durante esta importante etapa de la vida.

Entre las principales recomendaciones se encuentran:

  • Usar ropa interior de algodón.
  • No utilizar ropa muy ajustada o de materiales sintéticos.
  • Lavar la ropa interior con jabón de barra y enjuague, sin dejar residuos.
  • Lavar la zona íntima con un jabón especial con pH ácido que limpie, hidrate y ayude a prevenir infecciones del área vulvoperineal.
  • No se recomienda utilizar desodorantes íntimos, talcos, aromatizantes ni sales de baño o burbujas.
  • Evitar traumatismos de la región genital como el rasurado, la depilación o fricción.
  • Si se observan cambios en el flujo vaginal, prurito, ardor o mal olor, no automedicarse y consultar al ginecólogo u obstetra.